La incertidumbre, el miedo a lo que vendrá o no mañana y la ansiedad que todo eso te genera son de las peores sensaciones que he tenido en mi vida. En esa parte del viaje me encuentro ahora.
Por si tengo que iniciar el camino, estos días he estado preparando una maleta que -cuidadosamente- he ido haciendo a conciencia. En un ladito, el más visible, he puesto las buenas experiencias, las que me alimentarán el alma cuando me venga abajo. He guardado en un lateral bien escondidas las malas, porque también tendré que acudir a ellas si tengo que recordar cómo en otra ocasión superé los baches y salí fortalecida. También he cogido un joyero donde guardaré mi tesoro...fotos de miradas cómplices, de palabras de aliento, de apoyo constante, de crecimiento, el más preciado que me llevaré si el destino decide que este viaje comience. Mientras tanto, como decía Rosalía de Castro, en mis lares primitivos busco el descanso de mi alma.
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