lunes, 18 de abril de 2016

EL HUNDIMIENTO

Hoy, esta pieza semanal que mira a la actualidad, va dedicada a dos hundimientos totalmente opuestos y que han mostrado la mejor y la peor cara del ser humano. En Arona, a pesar de la desgracia, hemos visto la cara más amable que en medio de la tragedia nos reconcilia con el ser humano. Todo el municipio, residentes o no, se han volcado para ayudar y poner el hombro a disposición de los afectados que han visto cómo caía como un castillo de naipes todo lo que habían construido. El papel de los vecinos, de los voluntarios y de los efectivos de emergencia ha sido impecable, pero permítanme que me detenga para criticar una imagen o más bien varias...las de varios políticos a los que no correspondía estar al pie del cañón y que fueron expresamente a pedir un casco y un chaleco para la foto y que ni siquiera se acercaron a interesarse por las familias. Alguno había que allí que pintaba mucho y que estuvo para quitarse el sombrero, pero lamentablemente también hay buitres que hacen política de la carroña. Afortunadamente, es una minoría entre un grupo de políticos que se dejaron las horas de sueño y que no pidieron foto. Otro de los hundimientos no es tan desgraciado, o al menos, sólo lo es para su protagonista. José Manuel Soria cometió lo que he venido en llamar un Soricidio, que viene a ser algo así como un suicidio político lanzándose desde el propio ego. La caída tras los papeles de Panamá del ya ex ministro ha sido proporcional a la soberbia con la que se ha manejado, ahora queda por ver si su legión de seguidores sigue rindiéndole pleitesía o lo convierten en un apestado, algo que suele hacer su partido con quienes pierden la inmaculada reputación. La que no ha sido precisamente Inmaculada ni Dolorosa, ha sido Victoria Rosell, que se convirtió en la Virgen de los Milagros tras conocer la noticia de la dimisión de Soria. Fue tanto su regocijo, que al pasar por el arco de seguridad del aeropuerto de Gran Canaria, éste le volvió a pitar, pero con la música del Aleluya del Mesías de Haendel. Por cierto, que no sé si en el periódico digital de su pareja, la jornada se habrá vivido como si la Administración de la Brujita de Telde hubiera dado el gordo.

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