domingo, 26 de mayo de 2013

EL PADRE DE LA NOVIA

Siempre me ha gustado la película El Padre de la Novia. Ésa en que un madurito, venido a menos, se prepara para perder a su hija y ganar un hijo. Con tal de darle lo mejor, acaba hasta comprando ocas para que adornen el lugar de la celebración.  Algo similar le debió pasar al ex presidente Aznar cuando casó a su niña. Gracias a un regalo ahora en entredicho el recinto se tuvo que parecer al ferial de Sevilla el día del encendido del alumbrado.

El caso es que tras casar a su niña y dejar la primera línea de la política, el pobre hombre ha padecido el síndrome del nido vacío. Se dedicó a cultivar su cuerpo, sacó abdominales de tableta de chocolate y ahora se ha convertido en un Madelman dispuesto a dar un piñazo al abdomen fofo de su antiguo amigo Rajoy.

El caso es que el nido de las gaviotas no está vacío y allí están muchos que trinan con la mosca cojonera que aparece y desaparece como el Guadiana, aunque arrasando todo a su paso cada vez que se desborda.  Segundas partes dicen que no son buenas, así que terceras no sé yo qué futuro tendrán. Más de uno se estará arrepintiendo ahora de que las lucecintas no le hubieran metido un buen calambrazo, pero señores, es lo que tiene la edad. Uno se aburre, se vuelve impertinente y acaba siendo un estorbo para los que tiene cerca.

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