LOS RICOS TAMBIÉN LLORAN

En los años 80 se hizo popular en nuestro país una telenovela de Verónica Castro con la que los españoles descubrimos que los ricos también lloraban. Con la crisis, se han secado las lágrimas y se han vaciado los bolsillos de algunos, unos pocos. Ya se sabe que la suerte, sea buena o mala, siempre está mal repartida. La última en enjugar sus lágrimas en pañuelos de Louis Vutton y billetes de 500 euros ha sido la baronesa Thyssen, que ha incendiado las redes como si fuera la fábrica de neumáticos de Seseña, en una entrevista al periódico Cinco Días. Han leído bien, La baronesa salió en la prensa económica que no es rosa pero se acerca, por eso del papel salmón. En la entrevista concedida, Tita tuvo un ataque de sinceridad y reconoció estar harta porque ser rico es muy difícil. Si todavía permanecen sin estar pegados al techo o nombrando al santoral, no estaría mal recordar a la baronesa que aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Aquí en las islas, se podría decir que lo que ha hecho la baronesa es literalmente de mago con perras. Normalmente las magadas de los magos con perras se producen cuando más distante están la posición social en el pasado y en el presente del protagonista de la magada. En el caso de la baronesa, la estadística se cumple. Miss España, Miss Europa, Marbella La Nuit y faranduleos varios fueron su profesión hasta que dio el braguetazo con un barón al que pocas cosas se le subían ya, salvo los ascensores. Tita se refinó y se convirtió en mecenas del arte y precisamente, por arte de birlibirloque, tuvo la suerte de que el barón cogió el último tren prontito y la dejó amasando, no cerámicas, sino billetes. Los mismos billetes son ahora la fuente de su sufrimiento. La baronesa ha metido la patita, porque en los tiempos que corren, hacer alarde de tener pasta ya no es una magada sino una soberana desfachatez. Ella que es tan apasionada del arte debería incluir en su pinacoteca un cuadro de El Bosco: La Muerte y el Avaro.