lunes, 1 de diciembre de 2014

DEPORTE EXTREMO

Las imágenes han dado la vuelta al mundo y avergüenza pensar que esa pueda ser la imagen del deporte español que muchos tengan en la retina. La brutal batalla campal a orillas del Manzanares que ha dejado una víctima mortal nos tiene que hacer reflexionar como sociedad sobre qué está fallando para que energúmenos de este tipo puedan llegar a sentarse en una grada. Ya en Canarias tenemos experiencia de cómo 4 matados pueden ensuciar la imagen de un club con su actitud, pero hace falta más. A estas alturas de la película no cabe la pasividad y el lanzarse la pelota de unos a otros para quitarse de encima la culpa. Los clubes deben tomar las riendas y ser los primeros en rechazar a estos fanáticos de la violencia y evitar que tengan acceso a los partidos. Algo similar debe hacerse con los campos de las categorías más bajas, donde los fines de semana padres energúmenos desatan su ira en los partidos de sus hijos, dando un ejemplo que se graba a fuego en la memoria de los más jóvenes. Tenemos un problema educativo, colectivo. La violencia campa a sus anchas en todos los ámbitos y está en nuestra mano que no haya tolerancia con estas actitudes.

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