El mundo contuvo ayer la respiración con cierto sadismo para comprobar si además de romper la barrera del sonido, Félix Baumgarten se rompía algo más. La hazaña de este hombre nos mantuvo pegados a la tele como imagino que mantuvo a los que pudieron ver la llegada del hombre a la Luna. Dicen que detrás de toda esta parafernalia está una marca publicitaria pero a mi me da que, llevado por un afán de ver las cosas con perspectiva, al hombre se le fue la pinza. Total, que llegó enterito al suelo como quien baja desde el sexto piso en ascensor. A su mujer, lo primero que le dijo no fue "estoy bien cariño", sino "agüita como se ve desde arriba la cola del paro en España". Las reacciones a este acontecimiento no se han hecho esperar: el presidente de Ryanair, Michael O'leary ha patentado una nueva cápsula grupal para ahorrar costes de combustible y también la ministra de Fomento, Ana Pastor, ha movido ficha.
Ayer se recibió un encargo de una cifra indeterminada de trajes con destino a Canarias. Fomento pretende así que los canarios volemos, pero de verdad, y que se acaben por fin los problemas por el certificado de residencia. De paso, matamos dos pájaros de un tiro, y evitamos que nos afecten las cancelaciones de Islas Airways.
El ser humano siempre ha estado obsesionado con la posibilidad de volar y ahora que estamos todos planteándonos salir del nido para poder buscarnos la vida, Félix nos ha dado el impulso definitivo, porque lo suyo es emigrar y lo demás son tonterías. Lo que sí saco en claro de todo esto es que el "no puedo no existe". Pero ojito, después de esta hazaña, que Félix no se confíe, que este tipo de héroes son los que luego la palman por un catarro mal curado.
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