El caso es que afortunadamente, no tenemos desgracias que lamentar, ni en un caso ni en otro. Suárez ya descansa bajo su epitafio de la concordia fue posible y en la superficie, su mediático hijo parece querer disputarle el título nobiliario a su sobrina, ejemplo de que el consenso a veces se esfuma de puertas adentro. Tampoco en el otro caso hay desgracias que lamentar, pero aquí en lugar de concordia, si les dejan, algunos ven hasta un Concorde. Por fortuna, la noticia del día no fue noticia, aunque cabe preguntarse si el instrumental del control aéreo es de juguete...
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